Franz Kafka-Discurso Sobre La Lengua Yiddisch

 


DISCURSO SOBRE LA

LENGUA YIDDISCH

("1912)

 

 

 

 

 

Distinguidas señoras y señores, antes. de que comiencen a

recitarse los primeros versos de los poetas judío-orientales, quisiera

decirles que ustedes entienden mucho más jargon de lo que creen.

Estoy seguro de que la velada de hoy les causará una bellísima

impresión, pero deseo que se manifieste en cuanto lo haya

merecido. Sin embargo, mientras algunos de ustedes temen tanto el

jargon, tanto que casi se les lee en los rostros, esa magnífica

impresión no podrá suceder: No quiero molestarme en hablar de los

que tienen tantos prejuicios contra el jargon; pero ese recelo, aún

con una cierta resistencia; es, si se quiere, comprensible.

Las circunstancias de nuestra vida europea occidental están, si

las observamos furtivamente, ordenadas de esta manera; todo sigue

una serena marcha. Vivimos en verdadera y feliz concordia; cuando

es necesario, nos entendemos mutuamente; nos arreglamos sin el

otro cuando nos conviene, e incluso entonces nos entendemos;

¿quién podría, —proviniendo de un tal ordenamiento de la vida—,

entender el intrincado jargon; o quién tendría aún ganas de hacerlo?

El jargon es el idioma europeo más nuevo, sólo tiene

cuatrocientos, años de vida y, en realidad, es mucho más moderno

todavía. Aún no ha moldeado formas idiomáticas de la claridad que

nosotros necesitamos. Su expresión es breve y rápida.

Carece de reglas gramaticales. Los aficionados intentan construir

una gramática, pero el jargon se habla constantemente; no

descansa. El pueblo no lo abandona a los gramáticos.

Sólo está constituido por vocablos extranjeros. Pero éstos no

descansan en él, sino que conservan la celeridad y vivacidad con

que se han adoptado. Las emigraciones recorren el jargon de uno a

otro extremo. Todo ese alemán, hebreo, francés, inglés, eslavo,

holandés, rumano y aun latín, está incluido en el jargon, por

curiosidad y despreocupación; requiere bastante poder el retener

juntos estos idiomas en ese estado. Por lo mismo, ninguna persona

sensata pretende hacer del jargon una lengua universal, por más

cerca que lo esté. Sólo saca la jerga con gusto, pues necesita

menos relaciones idiomáticas que palabras aisladas. Además,

porque el jargon ha sido despreciado durante mucho tiempo.

Sin embargo, partes de reglas sintácticas conocidas imperan en

este ejercicio de la lengua. Por ejemplo, el jargon se origina en la

época de transición del alto alemán de la Edad Media al alto alemán

moderno. Hubo entonces formas optativas; el alto alemán tomó una,

el jargon, la otra. O el jargon derivaba formas del alto alemán de la

Edad Media de manera más lógica que el mismo alto alemán

moderno; así, por ejemplo, el jargon mir seien (alemán moderno wir

sind) está tornado del alto alemán de la Edad Media, sin lo que es

más natural que el wir sind del alto alemán moderno. O el jargon se

quedó con las formas del alto alemán de la Edad Media, a pesar de

la evolución de éste hacia el moderno. Lo que entraba en el guetto,

no salía tan fácilmente de allí. De esta manera perduraron formas

como Kerzlach, Ulümlath, Liedlach.

En estas creaciones libres y reguladas del idioma, todavía fluyen

los dialectos del jargon. Hasta se puede afirmar que todo él se

compone de dialectos, incluso la parte escrita, a pesar de haberse

llegado a un acuerdo respecto de la escritura.

Con todo esto creo haber convencido a la mayoría de ustedes,

distinguidas señoras y señores, que no entenderán ni una palabra

del jargon.

No esperen una ayuda en la explicación de las obras. Si ni

siquiera son capaces de entender el jargon, no puede serles de

utilidad cualquier explicación circunstancial. En el mejor de los casos

comprenderán la explicación, y notarán que se aproxima algo difícil.

Eso será todo. Puedo decirles, por ejemplo:

El señor Lowy representará ahora tres obras. Primero, Die Grine,

de Rosenfeld. Grine son los "verdes", los recién llegados a América.

En este poema, emigrantes judíos de esta clase van formando un

grupito, con sus maletas de viaje sucias por una calle de Nueva

York. El público, como es de suponer, se amontona, los mira con

asombro, los sigue y se ríe. El poeta, fuera de sí en su excitación

por este espectáculo, pasa de estas escenas callejeras al judaísmo

y a la humanidad. Se tiene la impresión, mientras el poeta habla, de

que el grupo de emigrantes se detiene, a pesar de estar lejos y no

poder escucharle.

La segunda obra es de Frug y se llama Arena y estrellas.

Es una amarga interpretación de una promesa bíblica. Dice:

seremos como las arenas del pilar y las estrellas del cielo. Y bien, ya

estamos pisoteados como la arena, ¿cuándo se hará realidad lo

referente a las estrellas?

La tercera obra es de Frischmann y se llama La noche está

quieta.

Una pareja de enamorados se encuentra de noche con un sabio

piadoso, que va a rezar. Se asustan, temen que los delaten, luego

se calman recíprocamente.

Como ven, estas explicaciones no aportan demasiado.

En la representación buscarán aquello que relacionado con las

explicaciones, ya saben, y lo que realmente está no lo verán. Por

fortuna, todo el que conozca el idioma alemán, comprenderá el

jargon. Pues, cuando se lo contempla a distancia, la

comprensibilidad exterior de éste está formada por la lengua

alemana; es esta una ventaja sobre las demás lenguas del mundo.

Corno es equitativo, también tiene una desventaja con respecto a

ellas. Consiste en que no se puede traducir el argonal idioma

alemán. Las conexiones entre ambos son tan tenues y significativas.

que no pueden sino desgarrarse cuando se vuelca el jargon al

alemán; es decir, ya no se vierte jargon, sino algo insustancial.

Traduciéndolo al francés, por ejemplo, el jargon puede transmitirse a

los franceses; con la traducción al alemán, se lo aniquila, Toit, por

ejemplo, no es tot (muerto), y Blüt de alguna manera es blut

(sangre).

Pero no sólo desde esa distancia del idioma alemán, distinguidas

damas y caballeros, pueden entender el jargon; pueden acercarse

un paso más. Hace muy poco tiempo apareció el habla que

constituye la comunicación coloquial de los judíos alemanes, distinta

según viviesen en la ciudad o en el campo, más hacia el este o el

oeste, como antecedentes más lejanos o cercanos del jargon, y han

quedado aún muchos matices. Por lo tanto, la evolución histórica del

jargon podría estudiarse en la superficie del presente, casi tan bien

como en la profundidad de la historia.

Muy cerca de él llegarán si consideran que, aparte de los

conocimientos, hay en ustedes fuerzas en actividad y

encadenamiento de fuerzas que les hace posible comprender el

jargon con los sentimientos. Sólo ahora puede ayudarles el

expositor, que les tranquiliza a fin de que no se sientan excluidos de

antemano y reconozcan, al mismo tiempo, que no deben quejarse

ya de no entender el jargon. Esto es lo fundamental, pues con cada

queja se aleja la comprensión. Pero si permanecen quietos, se

encontrarán repentinamente en medio del jargon. Y cuando éste se

ha apoderado de ustedes (y jargon es todo; palabra, melodía

causídica y el espíritu mismo de este actor judío oriental) no

recuperarán ya la calma anterior. Sentirán entonces la unidad real

del jargon, tan fuerte, que tendrán temor, pero ya no de él sino de

ustedes mismos. No se sentirán capaces de soportar solos ese

temor, si no les infundiese simultáneamente una confianza en sí

mismos, que se opone a ese temor y es aún más fuerte. ¡Gástenlo

cuanto puedan! Cuando luego se pierda, mañana y más tarde

(¡como podría también quedar grabado en la memoria como una

única representación!), les deseo que hayan olvidado también el

temor. Porque no deseábamos castigarles.

Comentarios

Entradas populares