Mario Levrero-Precaución






Mario Levrero-Precaución

 

 

 

 

Al Dr. Alberto Irigaray, cirujano plástico

 

 

 

Antes de emprender cualquier empresa de cierta importancia,

uno debería asegurarse de que no posee teratomas de ninguna

clase(1), pues nada hay más desagradable que esa especie de

corriente de infortunio de la que muy pocos somos conscientes de

que tiene su origen en nuestro propio ser y que se suele atribuir a

factores externos(2).

(1) Un teratoma, según explicó una vez mi amigo el genetista,

después de haber designado sin vacilar con ese nombre a un dibujo

mío, que en este momento no tengo a la vista pero que recuerdo

fundamentalmente plagado de pelos y dientes y casi nada más,

es una especie de hermano mellizo que no tuvo la fortuna de

desarrollarse por completo y en forma independiente.

Buenas gentes que han padecido durante años cierto tipo de trastornos,

muy variables que pueden consistir en un bultito en la espalda, como un

lipotoma o quiste sebáceo, de los que yo poseo un ejemplo en mi propia

cabeza, o en padecimientos gástricos, tales como las malas digestiones, que

yo mismo sufro desde que me conozco, etc., al ser examinadas

correctamente resultaron poseer un teratoma.

Mi amigo el genetista asegura haber visto personalmente (o tal

vez en fotografía, o alguien le contó; no recuerdo con precisión(+))

un ser exactamente igual al dibujo realizado por mí, y que había

sido extraído del estómago de un paciente(+ +). No me quedó una

idea clara del estado de este ser dentro del estómago del paciente; si

podía considerarse o no un ser vivo, al menos mientras el cirujano

no lo había extraído de su alojamiento. Pero se me ocurre que no

hay ningún inconveniente para adoptar esta hipótesis, quiero decir

la de un ser vivo aunque extremadamente limitado en su desarrollo.

(2) Sin embargo, esta especie de contracorriente que se opone a

nuestros planes, si la miramos desde una perspectiva amplia, no

aparece necesariamente como un factor negativo, puramente malo o

destructor. Si bien se presenta como una postergación a veces

infinita de nuestros objetivos más preciados, tiene por su parte la

virtud de enriquecer nuestra vida y nuestro pensamiento en

profundidad, como si viviéramos varias vidas paralelas y

simultáneas.

Para aquellos que tienen una óptica esencialmente práctica, la imagen que

se presenta es la de un árbol talado (cuando ven fracasar o postergar mucho

tiempo sus objetivos); a mí, por el contrario, esta figura castrante no me dura

mucho tiempo, y poco a poco la voy variando en mi imaginación,

transformándola en un hermoso jardín. En lugar de un solo árbol, tengo

cientos de plantas con flores; y todo eso soy yo. He accedido al plano,

frustrando la recta; y desde este punto de vista, no practicista sino

vivencialista, el teratoma pasa a ser un hermano imprescindible(-).

(+) No estoy desarrollando científicamente un tema, sino

exponiendo una idea, o un conjunto de asociaciones de ideas, por lo

cual no debe exigírseme ninguna clase de rigor científico el que,

por otra parte, podría conspirar gravemente contra la coherencia del

conjunto que pretendo edificar.

(+ +) En realidad, sólo contaría con la palabra de mi amigo

como prueba de la existencia de los teratomas si no fuera por la

existencia de mi propio dibujo. Es cierto que bien podrían

replicarme que mi amigo pudo haber inventado los teratomas a

partir de mi dibujo, pero ese argumento no es válido porque la

existencia que yo quiero defender y poner de manifiesto, como se

verá, es la del teratoma psíquico, o psicoteratoma(") o, si se

prefiere, psicotoma(" ").

(-) No es descartable la idea de que la llamada(2) haya sido

inducida precisamente por el teratoma, al menos en sus últimas

líneas, donde ensaya una ardiente autodefensa.

(") La palabra «psicoteratoma» me ha hecho pensar, en forma

mucho más directa de lo que lo hubiese hecho la palabra

«teratoma», en el «psicoterapeuta», o «terapeuta». Si bien las raíces

griegas de ambas palabras son distintas(#), uno debe respetar sus

propias asociaciones de ideas, y no debe descartarse que el texto

pretenda aludir inconscientemente a los terapeutas, o erigirse él

mismo en terapeuta.

(" ") El psicotoma, sea de origen somático o no($), sería una

especie de «quiste psíquico», es decir, una formación psíquica que

aparece como un cuerpo extraño a la psique, con cierto grado de

autonomía, limitado en su desarrollo pero que vive a expensas del

individuo que lo posee($ $).

(#) Teras, monstruo; therapeuein, servir o cuidar(%).

($) Es decir, tenga o no su origen en un hermano mellizo.

($ $) Este «cierto grado de autonomía» es lo que más nervioso

me pone con relación a los teratomas. Supongamos que un cirujano

logra extraer vivo al hermano enquistado, y nos lo entrega con toda

la ceremonia propia de un nacimiento. Este ser, formado por

ejemplo casi exclusivamente de pelos y dientes, deberá ser

mantenido por nosotros, tendrá su documento de identidad propio

y, si no los deberes, buena parte de los derechos de todo

ciudadano(&). Deberemos tenerle respeto y amor fraternos, a pesar

de que por ejemplo sólo esté pensando en mordernos, todo el

tiempo. Por otra parte, al desenquistarse puede adquirir la

capacidad de seguir desarrollándose, y aunque no llegara nunca a

completar un ser humano normal, podría parecer una especie de

enano desprolijo, de gran voracidad y agresividad. Hay que pensar

muy bien en estas posibles consecuencias antes de someterse a una

operación de tal tipo.

(%) La síntesis que tal vez pretenda obtener este texto es la de un «monstruo

útil», que sirve, o cuida, o cura. No sería la primera vez que un monstruo

aparece en la literatura cumpliendo una función benéfica(!).

Por otra parte, fuera de la literatura, no debemos olvidar que el calificativo

«monstruoso» suele aplicarse indiscriminadamente a toda forma visible de

variante genética, sea desfavorable o no para la especie.

(&) No he sabido, hasta la fecha, de teratomas que hayan desarrollado

aunque fuese en forma parcial un cerebro; pero siendo el cerebro y todo el

sistema nervioso, según creo, una formación derivada del ectodermo, lo

mismo que los pelos y los dientes, la posibilidad existe.

No sería nada difícil que mi quiste sebáceo fuera un teratoma todo

cerebro, y que el día que resuelva operármelo me vea privado de mis ideas

más brillantes. Por otra parte, cabe también la posibilidad de que el teratoma

se desarrolle completamente, como un ser minúsculo, como el homúnculo con

que soñaba Paracelso(¿) y que, al ser operado y conservar la vida, no sólo me

vea yo privado de mis ideas más brillantes(¿¿) sino que además las vea

realizadas por mi hermano lo cual, si bien sería en buena medida justo,

sería también muy doloroso para mí, especialmente si tenemos en cuenta que

yo lo he estado alimentando durante cuarenta años, y la ley me obligaría a

seguirlo haciendo mientras viva, puesto que nadie va a exigirle a un teratoma

que se gane la vida por sí mismo(¿¿¿). Sin embargo, la extirpación de un

teratoma con cerebro podría tener sus ventajas, por más brillantes que sean

sus ideas, ya que difícilmente pueda representar otra cosa que una voluntad

disgregada y fundamentalmente opuesta a la propia(¿¿¿¿).

(!) En este momento no se me ocurre ningún ejemplo concreto, pero sé que

los hay. Si trato de pensar en algún ejemplo concreto sólo acuden, por ahora,

a mi mente, vagas figuras entre bonachonas y obscenas que se disuelven antes

de que logre reconocerlas.

(¿) Pienso que Paracelso debe de haber sufrido un teratoma, lo mismo que

yo, puesto que se le ocurrió pensar en el homúnculo, como a mí se me ocurrió

dibujar la masa de pelo con dientes. No podemos imaginar nada que no sea

real, no importa en qué realidad transcurra esa imagen. La idea de homúnculo

es muy afín con mi idea de psicotoma, y sin duda Paracelso quería verse,

como yo, libre de sus propios núcleos psíquicos molestos, independizándolos

con su imaginación.

(¿¿) En lo que respecta a mis ideas brillantes, la lista sería muy larga para

exponerla aquí.

Tomo apenas las primeras imágenes que vienen a mi memoria: en cierta

oportunidad debía convivir con algunas gentes extrañas, entre ellas una

anciana señora, hoy fallecida, que me irritaba profundamente con algunas de

sus costumbres. La más odiada de todas era la de orinar por las noches en un

servicio metálico esmaltado, que durante el día dejaba en exhibición en el

cuarto de baño de uso común. Después de múltiples exhortaciones a que lo

guardara de una manera más decorosa, exhortaciones que cayeron en el vacío,

tuve la idea brillante de pegar ese servicio esmaltado al piso, con un poderoso

adhesivo sintético.

Otra de las ideas brillantes que atribuyo a mi teratoma es la de un

dispositivo que enciende la radio al apagarse el timbre del despertador idea

que hasta el momento no he llevado a la práctica por falta de tiempo.

(¿¿¿) En la previsión de esta eventualidad, debería estudiarse una

legislación especial para los teratomas independizados.

(¿¿¿¿) Otro antecedente histórico de los psicotomas es sin duda el genio

encerrado dentro de una botella que, como se recordará, después de haber

soñado con fabulosas recompensas para quien lo liberara, con el paso del

tiempo, la desesperación y el aburrimiento llegó a jurar que mataría a la

persona que destapase la botella. No recuerdo si llegó a hacerlo(/).

(/) Siempre me llamó la atención la selectividad de la memoria, o tal vez deba

decir de mi memoria, que suele presentarme los recuerdos en forma parcial,

incompleta, y no siempre aludiendo al núcleo que yo considero importante o

esencial. Por ejemplo, siempre quedó en mí muy vivo el recuerdo de un

episodio de infancia tal vez yo tuviera dos o tres años, en el que se me

ocurrió meter un dedo (el índice de la mano derecha) en la boca abierta de un

pescado que estaba dentro de un baldecito, y que parecía muerto, y en

realidad debería de haberlo estado pues había sido pescado hacía un buen

rato. Pero he aquí que el pescado, muerto o no, cerró fuertemente la boca y

me mordió; y recuerdo haber llorado bastante, con la boca bien abierta

inspirado sin duda por una película de Popeye que había visto muy

recientemente, en la que Cocoliso lloraba abriendo mucho la boca, hasta

ocupar toda la pantalla. No puedo recordar, sin embargo, que haya sacado el

dedo de adentro de la boca del animalito, aunque me consta que así fue,

puesto que estoy usando libremente el dedo índice, está completo e intacto, y

por otra parte no tiene nada parecido a un pez como prolongación(:).

 

(:) Jerome K. Jerome relata un hecho similar: recuerda haber caído cuando

niño dentro del tacho de la basura, pero no recuerda haber salido de allí,

aunque le consta haberlo hecho(©).

 

(©) No puedo recordar en qué libro cuenta el autor la anécdota.

 


 

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